01 -
En un recipiente grande, mezcla la harina y la sal. Ve agregando el aceite de oliva y el agua tibia poco a poco, mientras amasas con las manos. Trabaja la masa hasta que quede suave y elástica, lo cual debería tomar unos 5 minutos.
02 -
Cubre la masa con un paño limpio y déjala reposar durante 20 minutos para que se relaje y sea más fácil de trabajar.
03 -
Divide la masa en dos partes para facilitar el manejo. En una superficie ligeramente espolvoreada con harina, estira cada parte de la masa lo más delgada posible. La clave es que sea tan fina que puedas ver una sombra a través de ella.
04 -
Usa un cortador de pizza para hacer pequeños cuadrados o formas irregulares. Los tamaños más pequeños se doran y crujen mejor.
05 -
Precalienta el horno a 180°C. Coloca los trozos de masa en una bandeja con papel de horno, dejando espacio entre ellos. Pincela con un poco de aceite de oliva y espolvorea el condimento extra. Hornea de 12 a 14 minutos o hasta que estén dorados y crujientes.
06 -
Retira del horno y deja enfriar completamente en la bandeja. Se volverán aún más crujientes al enfriarse.